Reír llorando

Viendo a Garrid, actor de la Inglaterra.
El pueblo al aplaudirlo le decia:
 Tú eres el más gracioso de la tierra.
Y más feliz, el cómico, reía.
Víctimas del Spleen, los altos Lores;
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y a cambiar su spleen por carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío.
Sufro - le dijo- un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo,
nada me importa mi vida ni mi suerte,
en un eterno spleen muriendo vivo
y mi única ilusión la de la muerte.

¿Viajáis y os distraéis?
¡Tanto he viajado!
¿Las lecturas buscáis?
¡Tanto he leído!
¿Que os ame una mujer?;
¡Si, soy amado!
Un título adquirid;
¡Noble he nacido!
¿Pobre seréis quizás?
¡Tengo riquezas!
¿De las lisonjas gustáis?
¡Tantas escucho!
¿Qué tenéis por familia?
¡Mis tristezas!
¡Vais a los cementerios?
Mucho...Mucho...

¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
Sí. Mas no dejo que me impongan yugos.
Yo  llamo a los muertos mis amigos
y le llamo a los vivos, mis verdugos.

Me deja perplejo,
vuestro mal, mas no debo acobardaros.
Tomad por receta este consejo:
sólo viendo a Garrid podéis curaros.

¿A Garrid?
Sí, a Garrid.
La más misa y austera sociedad le busca ansiosa.
Todo aquel que le ve, muere de risa.
Tiene una gracia artística asombrosa.
¿Y a mí, me hará reír?
¡Ah si!  Os lo juro
Así dijo el enfermo:
¡No me curo!
Yo soy Garrid,
cambiádme la receta.

Cuántos hay, que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio
hacen reír como el actor suicida
sin encontrar para su mal remedio.
Hay cuántas veces que al reír se llora.
Nadie en lo alegre de la vida fie,
porque en los seres que el dolor devora;
el alma llora cuando el rostro ríe.

Si se muere la fé, huye la calma.
Si sólo abrojos nuestra plantas pisan.
Lanza a la faz la tempestad del alma.
¡Un relámpago triste, la sonrisa!

El carnaval del mundo engaña tantos.
 La vida, son sólo breves mascaradas.
Aquí aprendemos a reír de llanto,
y también, a llorar con carcajadas.

Juan  de Dios  Pesa